sábado, 8 de diciembre de 2012

Tristeza y Felicidad

Estos primeros días del mes de diciembre normalmente son días muy felices para mí porque se acumulan una serie de efemérides de alto valor sentimental. El primero de ellos es el día 5 de diciembre porque fue la fecha elegida para mi boda con Gema en el año 2004, meses después que nos entregaran nuestra vivienda en el mes de agosto. Recuerdo esos meses previos a la boda un poco estresantes pero a la vez llenos de ilusión por decorar nuestra casa con la fecha de la boda puesta desde hacía un año. A eso había que unirle los preparativos para la boda que compartíamos con el trabajo y la gestión de una discoteca llamada “Mundo Latino” que regentaba junto a unos amigos. Los días previos a la boda fueron muy lluviosos pero el domingo 5 de diciembre de 2004 amaneció con un sol espléndido y a la 1 de la tarde parecía primavera en lugar de invierno. A la ceremonia en la Iglesia llegué un poco nervioso, como me imagino estarán todos los novios, pero al agarrar a Gema de la mano en el altar y comprobar que ella estaba más nerviosa que yo, me tranquilicé tratando de calmarla a ella. Recuerdo que estaba hermosa y radiante como nunca antes la había visto.



El segundo evento importante de estos días es el 7 de diciembre que es el cumpleaños de Gema, un cumpleaños que siempre tiene puente al estar entre dos días festivos: el 6 de diciembre (Día de la Constitución Española) y el 8 de diciembre (Día de la Inmaculada Concepción). Esto es una ventaja para ella porque siempre puede celebrar su día al ser puente pero también es un inconveniente porque al tener el aniversario de bodas tan cercano, las Navidades y los Reyes Magos se suelen reducir los regalos.

Ni que decir tiene que la Navidad y la festividad de los Reyes Magos hacen que el mes de diciembre unas fechas entrañables para pasarlas con familiares y amigos. Las cenas de empresas y de amigos también copan buena parte del mes.

La parte negativa o de tristeza que estoy experimentando este año es por el fallecimiento de un buen amigo, de Juan Rodríguez Gordillo, una persona de 58 años de edad que he conocido a finales de septiembre o comienzos de octubre aproximadamente y que se acercó al Centro Guadalinfo de Pizarra para hacerme unas preguntas sobre el municipio ya que hacía poco tiempo que se había mudado a vivir aquí. Desde ese día mantuvimos el contacto y raro era la semana que no nos viésemos en persona o mantuviésemos alguna conversación por Facebook, MSM o WhatsApp. Juan era una gran persona que se hacía querer, amable y servicial, le gustaban mucho los niños y con mi familia tenía donde entretenerse, estaba prejubilado por un problema de salud que tuvo y tenía todo el tiempo del mundo que compaginaba con el voluntariado en la Cruz Roja y en Cáritas. La política era una de sus grandes pasiones, socialista y fue concejal del primero Ayuntamiento democrático de Sevilla. Con él compartía, además del mismo color político, el voluntariado por ayudar a los demás, la afición a la lectura, al campo rural y al medio ambiente, etc. y un sinfín de más cosas que hemos ido descubriendo los días que quedábamos a tomar café, un vino o simplemente charlar. También empezamos a idear proyectos y actividades en común, todo de forma espontánea y natural. Un día nos comentó que se marchaba a pasar unos días a Galicia con unos amigos, un viaje de ocio y a la vez de negocio porque se dedicaba a la exportación de frutas y verduras fuera de España. Pues bien, se marchó un martes 27 de noviembre con la idea de volver el lunes 3 de diciembre. El martes volaba a primera hora de la mañana desde Málaga a Barcelona, allí tenía previsto pasar el día con unos amigos y volar por la tarde hacia Santiago de Compostela pero la vuelta la hacía directa desde Santiago a Málaga, pero esta vuelta nunca llegó a suceder. El martes me llamó a media mañana y me dijo que el vuelo había ido bien y que ya estaba en Barcelona, esa fue la última vez que hablé con él porque esa noche no lo llamé ya que no sabía a qué hora aterrizaba en tierras gallegas y no quería molestarlo pero cuando lo hice al día siguiente el móvil hacía llamada pero no lo cogía nadie, lo intenté con un mensaje por WhatsApp pero no obtenía respuesta, ni siquiera me marcaba que lo había recibido. Pues esta era la respuesta que obtenía en días sucesivos hasta que llegó el lunes 3 de diciembre, fecha en la que debería de haber vuelto. Cuando llegó el martes por la mañana Gema se acercó a su casa para ver cómo estaba o si había regresado ya que ella comenzaba a sospechar algo y fue cuando se encontró a la dueña de la vivienda limpiando y le comentó que Juan había fallecido en Galicia víctima de un infarto. Gema me llamó al trabajo y no daba crédito a lo que me contaba, miré en su perfil de Facebook y pude comprobar como un amigo de Juan le escribía el miércoles 28 de noviembre sobre las 15 horas dando el pésame a la familia.


A pesar el poco tiempo que hace que conocemos a Juan nos ha dejado un gran vacío porque prácticamente todos los días o días alternos estábamos en contacto, nos intercambiamos libros, teníamos pendiente un viaje a Sevilla que íbamos a realizar en el puente de la Constitución para presentarnos a su familia de Sevilla, íbamos a ver mi parcela del campo para ver si podíamos sembrar vid, íbamos a hacer unos cursos de cata de vinos, estábamos ideando proyectos para el bienestar del municipio, etc. Lo peor de todo es que se marchó para hacer un viaje de ocio y no ha vuelto por lo que no hemos podido despedirnos de él, tampoco sabemos la fecha y la causa exacta de su muerte porque no conocemos a su familia ni a ninguno de sus amigos, los conocemos de lo que él nos contaba pero nunca los habíamos visto. En estos momentos estoy tratando de contactar con la familia para darles el pésame y también para esclarecer todas estas dudas que tengo. Mientras tanto sólo me queda una cosa, desearle que descanse en paz.

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